Hasta que un pariente lo encontró y su
reacción de padre cínico y sin principios, fue exigir de frente el
divorcio. La madre consintió y aquel se hizo por mutuo disenso a través de los
abogados, sin que los cónyuges tuvieran que verse las caras.
Vargas Llosa pasó un año, el primer de su
vida en Arequipa. El único a lo largo de su existencia, hasta la
actualidad. A los dos años se fui a vivir a Cochabamba, donde el
abuelo Llosa alquiló unas tierras cerca de Santa Cruz por espacio de diez años.
Allí vivió en una enorme casa ubicada en la
calle Ladislao Cabrera donde transcurrió toda su infancia consentida y
engreída, sobre todo por los cariños de sus abuelos y sus tíos Juan Eguren,
Luis, Jorge Pedro y Laura Llosa, entre otros parientes.
Como la Mamaé, prima de la abuela que vivió
con ellos y murió a los 104 años, llevándose un secreto a la tumba: la razón
por la cual no se casó con un oficial chileno. Secreto entero de familia.
Para los que interpretan
las obras del escritor y lo llevan a la vida real, tal interesante personaje es
la protagonista de la magnifica obra de teatro “La Señorita de Tacna”,
presentada en Lima hace muchos años en el Teatro Marsano por esa
excepcional artista argentina que hizo ese papel, Norma Aleandro
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