martes, 14 de marzo de 2017

Sufrimiento de Mario Vargas Llosa


Lo que le deparó el destino a Dorita fue un desastre. Después de la boda, los esposos viajaron a Lima y, de inmediato, Vargas sacó a traslucir un pésimo carácter. Dorita fue sometida a un régimen carcelario, prohibida de frecuentar amigos y, sobre todo, parientes, obligada a permanecer siempre en casa. Las escenas de celos se sucedían por cualquier pretexto y podían degenerar en violencias.
El matrimonio duró cinco meses y medio.  Eran, constantes e inconcebibles, los resentimientos sin fundamento y los complejos sociales de Vargas. Pese a su blanca piel, sus ojos claros y su apuesta figura.
Sentía  que pertenecía a una familia socialmente inferior a la de su mujer. Las aventuras, desventuras y diabluras de su   padre, Marcelino Vargas, empobrecieron y rebajaron por completo a  Ernesto.
El abuelo paterno del escritor nació en Chancay y aprendió el oficio de radio operador que enseñaría al hijo. Pero la pasión de su vida fue la política. Entró a Lima por la puerta de Cocharcas, con las  montoneras de Piérola en 1885 cuando era muy joven.





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